NARRADOR OMNISCIENTE
El ambiente seguía en tensión cuando Electra reapareció entre los suyos. Su fuego palpitaba como si llevara siglos encendido dentro de ella. Izan estaba de pie, con una sonrisa ladeada, pero ya no se le veía confiado.
James gruñia cada que atacaba pero las sombras no lo dejaban acercarse. Hanna tensó los dedos con Sylph latiendo sobre su piel como tatuajes vivos.
—¿Y bien? —soltó Izan con voz arrogante—. ¿Qué conseguiste? ¿Un conjuro milagroso? ¿Una llave para escapar?
Electra sonrió, sin humor.
—Algo mejor. Información —respondió—. Sé de dónde sacaste ese poder. Y sé que no te pertenece.
Izan parpadeó. Luego rió. Una carcajada hueca, sin fondo.
—¿Y eso qué cambia? Puedo usarlo igual que el receptor original.
—Todo —dijo ella, caminando hacia él lentamente—. Porque el poder prestado puede ser anulado. Solo hay que atacarlo por el canal por donde fluye. Y resulta que yo sé cuál es.
Izan retrocedió medio paso. Sutil. Pero no pasó desapercibido.
—No tienes agallas