CAPÍTULO 42. EL perro del hortelano
CAPÍTULO 42. EL perro del hortelano
La sala entera contuvo la respiración cuando Bruno Carson lanzó la primera oferta por Rebecca. El millón de dólares cayó como el estallido de fuegos artificiales sobre los presentes; pero aquello fue solo el inicio.
Las manos empezaron a levantarse, y las voces a cruzarse una encima de otra. Medio millón más, otro millón, otro más. El ambiente se encendió en cuestión de segundos, la adrenalina flotaba en el aire y todos hablaban en susurros nerviosos.
Camilo miró de reojo a Henry. Lo conocía lo suficiente como para notar el temblor en su mandíbula, la forma en que sus dedos se crispaban alrededor del número de su asiento. Parecía estar a punto de perder la cabeza, igual que con el anillo.
—¡No, hermano, tú no puedes hacer eso! —murmuró, y casi por instinto levantó su propia mano.
—Cinco millones —cantó la voz del martillero señalando hacia Camilo y Henry lo miró como si no entendiera qué acababa de pasar.
—¿Cómo se te ocurre...? —susurró con los ojo