CAPÍTULO 40. Celos y soluciones
CAPÍTULO 40. Celos y problemas
El murmullo en la sala creció como un oleaje cuando el martillero golpeó con fuerza. El Ferrari, brillante bajo los reflectores, se había convertido en el centro de todas las miradas. La tensión en el aire era tan densa que cualquiera habría podido cortarla con un cuchillo. Y la verdad no era como si entre aquella gente no sobraran los Ferrari, los Lamborghini y los Bugatti, pero una cosa era tenerlas en privado y otra muy distinta era la adrenalina de conseguirlo en público ante rivales igual de adinerados.
Las manos se levantaban, las voces pujaban y las cifras ascendían a un ritmo frenético.
—Ciento cincuenta mil dólares. ¿Doscientos?… Doscientos cincuenta mil a la derecha. ¿Trescientos? —entonaba el martillero con voz vibrante.
Rebecca se mantuvo camuflada a un lado de la sala, con el corazón latiéndole fuerte pero con la misma serenidad en el rostro. Henry, desde el otro extremo, observaba cómo la batalla de ofertas se volvía cada vez más feroz.
Fin