CAPÍTULO 10: La señora Sheppard
“¿De verdad piensas que yo le habría regalado un Ferrari a tu amante?”
Era como el subtítulo de un reality show en el que él al final acabaría suplicando que la tierra se lo tragara.
Henry se giró hacia Julie Ann, buscando en sus ojos alguna señal de que aquello no era cierto. El corazón le latía con fuerza y no podía creerlo, no quería creerlo…
Ella lo miró directamente, con las cejas levemente fruncidas, como si estuviera ofendida por la mera insinuación. Su postura era rígida, las manos entrelazadas sobre el regazo, pero sus dedos se movían inquietos.
—¡No sé de qué está hablando! —dijo midiendo cada palabra, con la voz de una muñequita rota y ofendida—. ¡Está inventando todo eso para inculparme de algo! ¡Henry, amor… tú sabes que yo nunca podría tener su tarjeta…!
El tono sonaba convincente, pero había una tensión en la forma en que respiraba, un parpadeo rápido que Henry no supo si interpretar como nerviosismo o simple indignación. Sentía un nudo e