CAPÍTULO 9: Una vibra diferente
El pecho de Henry se hinchó y ahí se quedó, paralizado, mientras aquella boca tan cerca de la suya le desordenaba los pensamientos. Jamás la había visto de ese color, como una cereza roja, pequeña, húmeda…
Antes, Rebecca había sido la presencia suave en las mañanas: cortesías, silencios comedidos, esa sumisión pensada para no chocar, para agradarle. Ahora, tan cercana, olía igual que siempre, parecía igual que siempre… pero vibraba de otra manera: desafiante, controlada, con una seguridad que lo mordía como un perro rabioso. Por un segundo buscó a la mujer que creía conocer, y se quedaron mirándose, como si la tensión entre ambos fuera un hilo que tiraba de los dos.
Entonces detrás de ellos se oyó un carraspeo molesto: Julie Ann. Ella, con la mano apoyada sobre el vientre, llamó la atención de Henry con una aclaración incómoda.
—¿La estás ahorcando por telepatía? —preguntó Julie Ann entono suave, pero con la alerta clara en los ojos.
—¡Uy, de formas que