La maniobra de Isabel había sido un éxito. La conversación del grupo fluía ahora hacia temas más ligeros, y aunque ella sentía la presencia de Alexis en el jardín, había logrado mantenerlo a una distancia segura. Sin embargo, la tensión subyacente, el esfuerzo de mantener la sonrisa y la compostura, comenzaba a pasarle factura.
Se inclinó hacia Jared, su voz un murmullo solo para él.
—Necesito un poco de aire. ¿Salimos a la terraza un momento?
—Por supuesto —respondió él al instante, posando una mano tranquilizadora en su espalda.
Se excusaron del grupo y caminaron a través del salón hacia las puertas de cristal que daban a una terraza más apartada, una que se extendía sobre el agua oscura de la marina. La música de la fiesta se convirtió en un murmullo lejano, reemplazado por el suave chapoteo de las olas contra los yates y el olor a sal. El aire fresco de la noche fue un alivio.
Estaban de pie junto a la barandilla, mirando las luces de la ciudad al otro lado de la bahía. Era un mom