El lunes por la mañana, Isabel se despertó en su propia cama, pero el calor del cuerpo de Jared todavía parecía impregnar las sábanas. El fin de semana en Puerto Coral no había sido una simple escapada; había sido una refundación. Se sentía diferente, más sólida, como si las piezas de su vida por fin encajaran.
Mientras se preparaba para el día de la gran reunión en Omnia Corp, no sintió el pánico de las semanas anteriores. Había una corriente de nerviosismo, sí, la adrenalina normal antes de una batalla importante, pero por debajo, había una calma profunda.
Su teléfono sonó mientras se estaba maquillando. Era Jared.
—¿Lista para la conquista, agente? —preguntó él, su voz era un ancla de normalidad en la tensión de la mañana.
—Lista, comandante —respondió ella, sonriendo a su propio reflejo en el espejo—. Armadura puesta y estrategia memorizada.
—Recuerda quién eres —dijo él, y su tono se volvió serio, íntimo—. Entra en esa sala como la dueña del mundo que ya eres. Eres la Jefa. Él es