CLARIS:
Escondida dentro del automóvil, observaba cómo los lobos del fallecido Alfa Aleph se enfrentaban entre ellos y contra otros grupos. La batalla era brutal, con aullidos y gruñidos desgarrando la noche. De pronto, divisé a uno de los lobos leales a Vikra moviéndose sigilosamente hacia el vehículo donde me encontraba.
—Vienen hacia aquí —advirtió Lúmina con urgencia—. Muévete al asiento trasero, ¡ahora! Obedecí sin dudar, deslizándome entre los asientos. El primer lobo hizo señales a otro que emergió de las sombras cargando el cuerpo malherido de Vikra. Lo colocó con cuidado a mi lado y pude ver las heridas que cubrían su torso. La sangre manchaba su pelaje, pero aún respiraba. El automóvil arrancó despacio, avanzando con las luces apagadas. No las necesitaban; los ojos de lo