Esto no es solo una misión. La voz de Atka resonaba potente en mi mente, su determinación afilada como una hoja. Es venganza. Nadie juega con nosotros sin pagar las consecuencias. Caminé hacia la salida de la guarida, dejando que el frío de la noche limpiara mis pensamientos. El viento traía consigo los múltiples olores del bosque, pero ninguno era lo que buscaba aún. Sin embargo, eso no importaba. Había un rastro oculto ahí afuera y lo encontraría.
El primero en interceptarme fue mi Beta, Fenris. Apareció justo detrás de mí, con su mirada siempre inquisitiva. Sabía que estaba confundido por lo que había sucedido en la guarida de los brujos. Se había enamorado de Clara y se había encariñado con la niña, pensando que era su pareja destinada. —¿Qué sucede exactamente? —preguntó, analiKIERAN:Nos detuvimos al observar el alboroto que se había formado en la sala. Era la habitación que nos habían señalado. Íbamos a seguir avanzando cuando, de repente, Elena se asomó a la puerta, mirando asustada hacia todas partes, y salió pegada a la pared, con las gemelas envueltas en sábanas, en dirección a la escalera. Corrimos detrás de ella, y al vernos, apresuró el paso. Sin embargo, al abrir la puerta, se encontró, frente a frente, con mi hermano gamma, Rafe, quien era su pareja destinada.Se detuvo de golpe y pude ver el reconocimiento entre ambos. Sin que mediara palabra, Elena le entregó a las gemelas y lo siguió fuera del hospital.—Espera —detuve a Fenris—. Vamos a ver de quién escapa. Estoy sintiendo a alguien más.No tuvimos que esperar mucho: un hombre vestido de doctor apareció en la sala y
KIERAN:Maldije entre dientes, con una frustración evidente. Aquello era solo el comienzo. El camino hacia mi Luna, hacia lo que realmente queríamos proteger, estaba lleno de enemigos y secretos oscuros, cada vez peores.—Mis hermanas son muy lindas, rubias y de ojos verdes —siguió hablando el lobo—. Papá les selló sus lobas, decidido a vivir como humano. Pero un día se apareció en la casa un lobo gris pidiendo la mano de una de mis hermanas, y se casaron. Luego se la llevó lejos. Ángela, su gemela, la encontró y la siguió. Fue lo último que supe de ellas.—¿Y por qué dices que las tiene Crimsonox? —pregunté, pensando en la similitud entre su historia y la de las humanas que teníamos en la reserva.—Vi con mis propios ojos cómo se tragaba a mis padres. Papá dijo que iba a pedir ayuda al alfa de alfas,
KIERAN:Mis ojos vagaron por el cielo crepuscular, donde los matices de púrpura se mezclaban con tonos oscuros, como si la noche quisiera apoderarse del día en un vaivén interminable. Durante un fugaz momento, dudé. No de mis habilidades, ni de mi propósito, sino de lo que podía significar confirmar esa verdad. Si las gemelas, esas humanas frágiles en apariencia, eran realmente las Lobas Lunares, todo cambiaría. Sentía hoy más que nunca el peso de siglos de responsabilidad sobre mis hombros. Atka rugió dentro de mí, inquieto queriendo ir a ver a las gemelas. —Kieran… —Fenris me arrancó de mis pensamientos. Cuando giré a verlo, su mirada ansiosa me lo dijo todo.—Estoy yendo —dije al fin, con firmeza, y con un cansancio que no logré ocultar del todo—. No son dudas las que tengo, más bien te
ALFA KIERAN THERON:El olor me golpeó como una descarga eléctrica, enviando escalofríos por mi columna vertebral. Mi piel se erizó al reconocerlo: era mi propia esencia, pero más dulce, más intensa, entrelazada con algo más que no podía identificar. Imposible. Esto solo ocurría cuando... ¡No! Después de cientos de años esperando, ¿por qué ahora? Mis músculos se tensaron por instinto y, antes de poder procesarlo conscientemente, ya estaba corriendo. El aroma me guió más allá de los límites de la manada, hacia una vieja casa de piedra y madera en las afueras del pueblo. El edificio, rodeado de pinos centenarios, había sido ocupado recientemente por tres humanas. Podía oler sus esencias entremezcladas con el aroma a pintura fresca y cajas de cartón. Mi lobo Atka se agitaba en mi interior, desesperado por irrumpir en la casa, pero tres siglos de control me mantuvieron anclado al suelo. No podía simplemente entrar y asustar a los humanos. ¿Cómo era posible que mi esencia estuviera allí?
CLARIS: Las náuseas me asaltaron de nuevo mientras organizaba los documentos en mi escritorio. Era la tercera vez en la mañana y ya no podía disimular. Corrí hacia el baño, sintiendo la penetrante mirada de mi jefe siguiendo cada uno de mis movimientos. Al pasar junto a él, pude ver cómo arrugaba su nariz con ese gesto de disgusto que tanto lo caracterizaba.Después de tres meses trabajando en este pueblo perdido, conocía bien esa expresión. El señor Kieran Thorne, un hombre huraño de rutinas y cualquier alteración lo perturbaba visiblemente.—Necesito salir temprano hoy —anuncié cuando regresé, limpiándome discretamente el sudor de mi frente—. Tengo una cita médica. Él apenas levantó la vista de sus papeles, pero pude notar cómo sus hombros se tensaban. Después de un silencio que pareció eterno, asintió secamente. Caminé presurosa mirando mi reloj con miedo de demorarme demasiado. Mientras esperaba, suspiré pensando en que no era tiempo para enfermarme ahora. Mi madre y mi pobre h
KIERAN THORNE:Observé cómo mi asistente tomaba sus cosas y se alejaba rumbo a su vieja camioneta. La contemplé desde mi ventana, admirando su extraordinaria belleza y el aura de vitalidad que emanaba. Mi lobo Atka gruñía en mi interior, todavía sin querer aceptar que esa humana hubiera rechazado nuestro ofrecimiento de llevarla a su casa. Soy el Alfa, nadie me rechaza jamás. Pero había algo en ella que me inquietaba. Mientras su destartalado vehículo se alejaba, hice una nota mental: debía proporcionarle un auto mejor y más seguro.El sonido de la puerta interrumpió mis pensamientos. Me giré después de dar una última mirada a la camioneta que desaparecía en la distancia.—Mi Alfa, tu primo Gael está afuera, bastante alterado —informó Fenris, mi Beta, con expresión preocupada—. Me pidió estar presente en lo que describe como una reunión de la más alta importancia y confidencialidad. ¿Tienes idea de qué se trata?—Hazlo pasar y cierra la puerta —respondí, dejándome caer en el sillón tr
CLARIS:Salí de la oficina casi corriendo, no sé. Había algo en la mirada de mi jefe que me hizo temer. Ahora entendía porque nadie quería trabajar con él y como muchas mujeres antes de mí habían renunciado a ese puesto. Kieran Thorne era, sin duda, un hombre extraordinariamente atractivo, el tipo de ejemplar que raramente se encuentra en la vida. Alto, probablemente rozando el metro noventa, con un físico que parecía esculpido por los dioses: hombros anchos, cintura estrecha y músculos definidos que se marcaban incluso bajo sus impecables trajes de diseñador. Su rostro lo enmarcaba una mandíbula fuerte y definida, labios carnosos que rara vez sonreían, y una nariz recta que le daba un aire aristocrático. El cabello negro que llebaba siempre perfectamente peinado hacia atrás, dejaba al descubierto una frente amplia y unas cejas expresivas que acentuaban la intensidad de su mirada. Pero eran sus ojos los que verdaderamente me perturbaban. De un gris acerado que parecía cambiar de to
KIERAN:Me había quedado en mi despacho después de que mi Beta y mi primo se retiraran sin que hubiéramos llegado a un acuerdo. La voz de mi lobo Atka me sacó de mis enmarañados pensamientos cuando intentaba encontrar una solución.—Kieran, creo que nuestra humana tiene problemas —me sorprendió escucharle referirse así a ella.—¿Nuestra? Atka, sé que quizás llegue a ser la madre subrogada de nuestros cachorros, pero eso no la hace nuestra —aclaré mientras me ponía de pie. A pesar de no tener ningún vínculo establecido con Claris, podía sentir su miedo con una intensidad desconcertante. —Vamos a ver qué le sucede, y sobre todo, averigüemos de quién es ese aullido que estoy escuchando.Salí del edificio con paso firme, ignorando las miradas curiosas de mis empleados. El aroma del miedo de Claris era cada vez más fuerte, mezclado con algo más... La preocupación se instaló en mi pecho mientras aceleraba el paso hacia mi automóvil.—Es débil, está asustada y necesita protección —insistió A