CLARIS:
Estaba desconcertada al ver cómo nuestra energía no le hacía nada al alfa Vorn, pero al menos logramos que no lo dejara pasar y que se debilitara. Sin embargo, cuando Chandra intentó entrar, todo el odio que sentía hacia ella la hizo salir volando por los aires y, al mismo tiempo, protegí sin darme cuenta a Vikra. No sabía por qué, pero él me caía bien; no le deseaba nada malo. De pronto, escuché a mi alfa llamando. Mi alegría fue tanta que estuve a punto de descontrolarme.
Lo seguí hasta donde me indicaba, hasta el territorio del humano que le servía, y para mi alegría, mi alfa pudo entrar a la barrera sin problemas. Pude ver que estaba desconcertado, así que me apresuré a explicarle todo lo que había sucedido. Pero al escucharlo y sentir un poco de celos en su voz, sonreí. —¿Estás celoso, miKIERAN:Miré a mi primo y a mi Beta, quienes me observaban con caras desencajadas mientras me extendían el libro. En el momento exacto en que mis dedos rozaron las páginas, la barrera comenzó a fluctuar violentamente, como si una fuerza superior la estuviera manipulando. El cielo se oscureció de repente y un haz de luz plateada descendió sobre nosotros. Mi corazón se detuvo al ver a mi Luna, junto a Claris y Elena, elevándose en un círculo perfecto, con sus manos entrelazadas y sus cabellos flotando como si estuvieran sumergidas en agua. La figura majestuosa de la Diosa Luna apareció sobre ellas, reflejando tanto compasión como severidad. —¡MI LUNA! —grité con desesperación, intentando alcanzarla, pero era imposible. El pánico me invadió al ver a mis cachorros corriendo hacia mí, envueltos en la misma energía plateada
FENRIS:Miré cómo el alfa se iba, casi como si estuviera escapando de algo. Kieran jamás había huido de ninguna reunión importante con los humanos. Rafe y Sarah me miraban, esperando que diera una explicación. Pero en mi mente solo permanecía una cosa: "Su Luna". ¿En verdad la habría encontrado? Mi lobo se removió inquieto dentro de mí, percibiendo que algo extraordinario estaba sucediendo. Había notado el cambio en el comportamiento de Kieran desde hace días: sus miradas perdidas, sus conversaciones silenciosas con su lobo Atka, pero esto era diferente. La mención de su Luna había provocado una reacción que jamás había visto en él. —Algo está pasando —murmuré más para mí mismo que para los demás, mientras observaba los documentos esparcidos sobre el escritorio—. Kieran
KIERAN:Esto no podía estar pasando. ¿Cómo estas tierras eran del alfa Apeh, el padre de Vorn? ¿Es que acaso no podría cambiar el destino de mi Luna? Miré a Fenris, que no entendía nada, y esperaba que yo le dijera. Me detuve frente a él:—Sé que no entiendes nada, pero estamos viviendo de nuevo todo. Y mi Luna aterriza aquí en este claro, el alfa Vorn la encuentra y contamina a su loba, es decir, su madre, o mejor dicho, a la loba guardiana... —me detuve al ver cómo me miraba, preocupado. Por primera vez, pude ver que mi Beta no me creía en absoluto—. Fenris, ¿te he mentido alguna vez?—No, mi alfa, que yo sepa —contestó serio—. Pero te estás comportando de manera muy extraña. ¿No te habrán embrujado?Podía sentir la duda de Fenris y sabía que sus temores no eran infundados. En estos tie
KIERAN:Había pasado el año que debía esperar para la llegada de Elena, la loba guardiana. Habíamos logrado alquilar el terreno y tenía a Rafe, mi gamma, a quien le había relatado todo, igual que a mi beta Fenris, de guardia esperando por ella. Pero nada sucedía; ella no apareció, ni en un año ni en dos. Parecía que no iba a hacerlo, y mis dos lobos de confianza comenzaban a preguntarse si la historia que les había contado era cierta.—Mi Alfa, hoy debes asistir a la negociación de los permisos para las construcciones en la reserva —dijo Fenris. Estaba desconcertado; todos los recuerdos de mi vida pasada eran correctos, excepto el regreso de las lobas lunares. —¿Habría la Diosa Luna impedido su retorno? —La abogada nos espera a las tres de la tarde.—De acuerdo, iré —respondí, sintiéndome perdido. Mi lobo Atka estaba igual; practicábamos nuestros poderes según el libro de mis padres, pero la desesperación nos consumía. Había logrado alquilar y resguardar todos los bosques que rodeaba
KIERAN: Mis pensamientos se arremolinaban como un torbellino mientras trataba de asimilar su presencia. Claris, después de tanto tiempo, estaba allí, tan real como siempre. El aire parecía cargado de electricidad que solo nosotros podíamos sentir, o eso creía. Los murmullos de la sala se desvanecieron en un eco distante, dejando solo el latido creciente de mi propio corazón resonando contra las paredes. Me levanté de un salto y casi corrí hacia ella, quien se puso de pie mirándome sorprendida y desconcertada ante mi proceder. Y lo supe, ella no se acordaba de mí o no era ella, sino una humana con su imagen.—Mucho gusto, Kieran Theron, a su servicio —me presenté, ofreciendo mi mano, que ella tomó con recelo.—Claris... abogada Claris Lúmina —respondió sin dejar de mirarme con curiosidad—. Terminaremos muy rápido. Si ya leyó todo, solo debe firmar. Luego hay algunos científicos interesados en hablar con usted; me va a disculpar por haber permitido que estuvieran presentes. Sentí com
KIERAN: Tuve que tomar una profunda respiración para no convertirme en Atka y acabar con ellos de una vez por todas; esto era un nuevo desafío entre lo que había sido y lo que podía ser. Los ojos de Claris se encontraron con los míos por un breve pero intenso instante, y me sonrió tenuemente; fue en ese momento cuando supe que debía acercarme. Me aventuré hacia la mesa, con cada paso resonando como un eco de la confrontación inminente entre el pasado y el presente. —No esperaba encontrarlos en mi restaurante —dije en general, aunque mis ojos no se apartaban de ella, intentando mantener la compostura mientras me detenía a su lado. —Las sorpresas son parte del encanto de esta vida, ¿no crees, Theron? —respondió el alfa Aleh, extendiendo una mano—. Estamos analizando un convenio. La abogada Claris me acaba de decir que la conoces. —Sí, acaba de trabajar para mí —dije sin dejar de mirarla—. La invité a cenar y me alegra que haya venido a uno de mis restaurantes. Claris me sost
KIERAN:Continuamos con el almuerzo, y el ambiente, cargado de energía, nos envolvía a todos. La rivalidad entre los seis lobos era casi palpable por obtener el favor de las mujeres. Las miradas se cruzaban, llenas de amenazas vedadas. Elena y Rafe parecían haber olvidado todo lo que nos rodeaba, sumidos en un diálogo silencioso que solo ellos comprendían.Los lobos del norte, mantenían su semblante serio, pero sus miradas delataban su desasosiego. Sabían que el plan de su tarde había cambiado, y esa era la razón de su incomodidad.—No lo puedo creer mi alfa, se llaman igual que a las que mencionas —comentó Fenris en mi mente—. Creo que tenías razón, mi alfa. Es preciosa mi compañera, si lo es.—Lo es, y deja de dudar. Es verdad todo lo que te he contado. Es tu compañera, como Claris es mi Luna y Elena la de Rafe —le dije e
KIERAN:Los tres lobos se retiraron con la dignidad que pudieron mantener, aunque sus posturas rígidas y pasos tensos revelaban, al menos para nosotros, su frustración. Claris siguió con la mirada a Vikra, lo que hizo que mi lobo Atka se agitara inquieto. Los celos me llevaron a formular una pregunta que apenas pude contener. —¿Son...? —me detuve a tiempo, consciente de que no tenía derecho a interrogarla. —No, no —negó rápidamente Claris, quizás demasiado deprisa—. Solo nos conocemos desde ayer y, cuando veníamos hacia acá, me propuso ir a bailar. Somos nuevas en la ciudad, no vi por qué no podía acompañarlo. Se detuvo abruptamente, como si acabara de percatarse de que me había dado una explicación que no me debía, y se sonrojó, bajando la mirada ante mí. El gesto sumiso de su parte hiz