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Capítulo 6: La Danza de las Almas

La noche abrazaba el Castillo de las Sombras con su manto estrellado, y en la torre más alta, el silencio era tan profundo que parecía contener todos los secretos del universo. Aeric y Lysander se encontraban allí, envueltos en la calidez de un beso que había encendido una llama en sus corazones. No era solo deseo lo que sentían, sino una conexión profunda, un reconocimiento de almas que trascendía el tiempo y el espacio.

Cuando el beso se rompió, ambos se miraron a los ojos, con la respiración entrecortada y el corazón latiendo al unísono. La luna iluminaba sus rostros, revelando la intensidad de sus emociones. Aeric vio en los ojos de Lysander una vulnerabilidad que nunca antes había percibido, una necesidad de amor y aceptación que resonaba con su propia alma. Lysander, a su vez, contempló en la mirada de Aeric una bondad infinita, una promesa de consuelo y comprensión que lo atraía irresistiblemente.

"Aeric", murmuró Lysander, acariciando suavemente el rostro de Aeric con su mano. "Nunca pensé que podría sentir esto por alguien. Me has cambiado, me has mostrado un camino diferente."

Aeric sonrió con ternura y entrelazó sus dedos con los de Lysander. "Tú también me has cambiado, Lysander", respondió. "Me has enseñado que el amor puede florecer incluso en los lugares más oscuros. Juntos podemos superar cualquier obstáculo."

El silencio volvió a reinar entre ellos, pero esta vez era un silencio cargado de significado, un silencio que hablaba de promesas y esperanzas. Lysander se acercó a Aeric y lo abrazó con fuerza, sintiendo el calor de su cuerpo contra el suyo. Aeric correspondió al abrazo, aferrándose a Lysander como si fuera su salvación.

Permanecieron abrazados durante un largo rato, disfrutando de la compañía mutua y permitiendo que sus emociones fluyeran libremente. La luna parecía ser testigo de su unión, iluminando sus siluetas con su luz plateada.

Finalmente, Lysander rompió el abrazo y tomó a Aeric de la mano, guiándolo hacia una pequeña habitación que se encontraba en la torre. Era una habitación sencilla, con una cama de madera, una chimenea y una ventana que ofrecía una vista panorámica del bosque circundante.

Lysander encendió la chimenea, creando un ambiente cálido y acogedor. Luego, cerró la puerta con llave, asegurándose de que nadie los interrumpiera. Aeric observó sus movimientos con curiosidad, sintiendo una mezcla de excitación y nerviosismo.

Lysander se giró hacia Aeric y le sonrió con picardía. "Quiero mostrarte algo", dijo. "Algo que he estado guardando solo para una persona especial."

Lysander se acercó a un antiguo cofre de madera que se encontraba en un rincón de la habitación y lo abrió. Dentro del cofre, Aeric vio una colección de instrumentos musicales: una flauta, un laúd, un tambor y una lira.

"Mi padre era un gran músico", explicó Lysander. "Me enseñó a tocar todos estos instrumentos. La música es mi forma de expresar mis emociones, mi forma de conectarme con el mundo."

Lysander tomó la flauta y se la llevó a los labios. Cerró los ojos y comenzó a tocar una melodía suave y melancólica. La música llenó la habitación, creando una atmósfera mágica y evocadora. Aeric escuchó con atención, sintiendo que las notas musicales resonaban en su alma.

Cuando Lysander terminó de tocar, Aeric lo aplaudió con entusiasmo. "Eso fue hermoso, Lysander", dijo. "Nunca había escuchado una música tan conmovedora."

Lysander sonrió con modestia y dejó la flauta a un lado. "Ahora te toca a ti", dijo. "Muéstrame algo que te apasione, algo que te haga sentir vivo."

Aeric sintió un rubor en sus mejillas. No estaba acostumbrado a mostrar sus talentos a los demás, pero sabía que debía confiar en Lysander. Tomó la mano de Lysander y lo guio hacia el centro de la habitación.

"Voy a bailar", dijo Aeric. "La danza es mi forma de conectarme con la naturaleza, mi forma de expresar mi alegría y mi tristeza."

Aeric cerró los ojos y respiró hondo, sintiendo la energía del bosque fluir a través de su cuerpo. Luego, comenzó a moverse al ritmo de la música que resonaba en su mente. Sus movimientos eran fluidos y gráciles, como los de un lobo danzando a la luz de la luna.

Lysander observó a Aeric con fascinación, sintiendo una profunda admiración por su talento y su belleza. Aeric parecía transformarse mientras bailaba, irradiando una luz propia que iluminaba toda la habitación.

La danza de Aeric era una expresión de su alma, una manifestación de su amor por la vida y su conexión con el mundo natural. Lysander sintió que su corazón se llenaba de amor y deseo al ver a Aeric moverse con tanta pasión y gracia.

Cuando Aeric terminó de bailar, ambos se quedaron sin aliento, con el cuerpo cubierto de sudor y el corazón latiendo con fuerza. Se miraron a los ojos y sonrieron, compartiendo un momento de profunda intimidad.

Lysander se acercó a Aeric y lo abrazó con ternura. "Eres increíble, Aeric", dijo. "Nunca había visto a nadie bailar con tanta pasión y belleza."

Aeric se acurrucó en los brazos de Lysander, sintiendo su calor y su protección. "Gracias, Lysander", respondió. "Tú también eres increíble. Me has mostrado un mundo nuevo, un mundo de amor y posibilidades."

Permanecieron abrazados durante un largo rato, disfrutando de la compañía mutua y permitiendo que sus cuerpos se relajaran. La chimenea crepitaba suavemente, creando un ambiente cálido y acogedor.

Finalmente, Lysander tomó a Aeric en sus brazos y lo llevó hasta la cama. Lo depositó suavemente sobre las sábanas y se acostó a su lado. Se miraron a los ojos, sintiendo que el deseo se apoderaba de sus cuerpos.

Lysander besó a Aeric con ternura, acariciando su rostro y su cabello. Aeric correspondió al beso con la misma pasión, sintiendo que su alma se unía a la de Lysander. Sus cuerpos se entrelazaron, buscando el consuelo y la conexión en la intimidad.

La noche transcurrió entre caricias, besos y susurros, mientras Aeric y Lysander exploraban la profundidad de su amor y descubrían la magia de su unión. Fue una noche de entrega y confianza, una noche en la que sus almas danzaron juntas al ritmo del universo.

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