Elías los condujo a través de un laberinto de senderos cubiertos de musgo, donde la luz del sol apenas se filtraba a través del dosel de hojas entrelazadas. El Bosque de las Lamentaciones parecía contener la respiración, como si supiera que estaban a punto de llegar a un lugar sagrado. Aeric y Lysander lo siguieron en silencio, sintiendo la energía del bosque palpitar a su alrededor, una mezcla de misterio y reverencia. Finalmente, llegaron a un claro secreto, un oasis de luz y tranquilidad en el corazón del bosque. El aire aquí era más cálido, más dulce, y el silencio estaba lleno del suave murmullo de la vida. En el centro del claro, se alzaba un árbol antiguo, majestuoso en su soledad. Sus raíces, gruesas y retorcidas, se extendían profundamente en la tierra
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