Lysander abrazó a Aeric con fuerza, sintiendo la calidez de su cuerpo y la alegría de su presencia. Estaba de nuevo en el Jardín de las Almas Susurrantes, viendo a Aeric niño jugar entre las flores. Era un momento de pura felicidad, un respiro de la oscuridad y el dolor que había experimentado en el Reino de los Espíritus.
Pero Lysander sabía que este momento no podía durar para siempre. Debía encontrar el alma de Aeric y llevarla de vuelta al mundo de los vivos. Debía cumplir su promesa.
"Aeric", dijo Lysander, separándose del abrazo. "Debo llevarte conmigo. Debo llevarte de vuelta a casa."