Capítulo 65.
POV Martina
El silencio en la mansión se cernía como una niebla espesa, cuando crucé el umbral esa noche. El eco de mis pasos en el mármol parecía un latido acelerado, un recordatorio de que el tiempo se agotaba. Dante me esperaba en la sala principal, rodeado por mi madre y Graciela. Sus rostros eran máscaras de tensión: Dante con los brazos cruzados, listo para la batalla; mi madre, con las manos entrelazadas en un nudo de ansiedad; y Graciela, erguida como una reina guerrera, con esa mirada de acero que había forjado imperios y destruido enemigos.
No perdí tiempo en preludios. Me planté frente a ellos, el ultimátum de Manuela aún quemándome en la garganta como veneno.
—Manuela está aquí. La vi hoy. Me amenazó... nos amenazó a todos. A mí, a Santiago... y a los niños.
El aire se volvió irrespirable. Mi madre ahogó un gemido, sus ojos llenos de un terror que conocía demasiado bien: el de una mujer que ya había perdido tanto. Graciela, en cambio, entrecerró los ojos, su mandíbula tens