Capítulo 36 – La verdad enterrada.
POV Santiago.
Desde que Martina volvió del hospital, la casa volvió a respirar. Había pasado apenas una semana desde la cirugía, pero aún me despertaba en mitad de la noche sobresaltado, esperando oír las alarmas, las voces médicas gritando su nombre, el sonido del desfibrilador. Nada de eso ocurría ahora.
Solo el silencio, interrumpido por su respiración pausada y el suave golpeteo de su pulso bajo mis dedos cuando le tomaba la mano.
Dormía profundamente, con las manos sobre su vientre, como si intentara proteger a los mellizos incluso mientras soñaba. El monitor fetal que habíamos instalado en la habitación emitía un pitido leve y constante.
Ese sonido era mi ancla.
Cada vez que lo escuchaba, recordaba por qué seguía en pie.
Sin embargo, no podía engañarme.
El peligro no había pasado.
Los informes médicos que pedí revisar mostraban anomalías en los archivos: diagnósticos duplicados, registros de laboratorio alterados y un médico que había desaparecido justo después de la operación.