Capítulo 37 – PARTO.
POV MARTINA
Han pasado dos meses desde aquella operación que casi me cuesta la vida… y que salvó la de mis hijos. Dos meses desde que creí escuchar sus llantos en medio del silencio de un coma inducido, donde solo la voz de Santiago, entrecortada por el miedo, me mantenía anclada a este mundo.
Ahora, en mi noveno mes de embarazo, mi cuerpo era un universo que no me pertenecía del todo. Cada paso representaba un esfuerzo, cada respiración una pequeña batalla, pero también una victoria. Mis pies estaban tan inflamados que parecía caminar sobre fuego, y mi hambre era caprichosa: un antojo de fresas con mayonesa podía parecerme una delicia, mientras que el perfume de Santiago, que antes amaba, ahora me causaba náuseas. A pesar de todo, me sentía viva, poderosa y profundamente conectada con las dos pequeñas almas que crecía dentro de mí.
Los médicos me habían recomendado caminar y tomar el sol, así que aquella mañana salí al jardín. Me quité los zapatos y dejé que la hierba húmeda acaricia