C29: El anterior dueño de la Loba Roja.
Sin embargo, Elenya parecía no escuchar, pues algo distinto comenzó a llamar su atención. Sintió una vibración muy débil, una especie de ritmo escondido, como un latido de corazón que no era el suyo ni el de Azucena. Era apenas perceptible, como si viniera desde muy lejos, pero suficiente para que su mente se quedara atrapada en ese sonido.
El pulso era extraño, irregular, y a medida que lo sentía, algo nuevo empezó a suceder. Una oscuridad todavía más densa que la que envolvía el collar comenzó a escapar de él, como si hubiera estado esperando el momento justo para salir.
En cuestión de segundos, esa sombra empezó a tomar forma. No era solo un humo oscuro, sino que se moldeó hasta tener la silueta de una figura humana, alta y delgada, que se aferró al cuerpo de Azucena como si quisiera envolverla por completo. Sus brazos hechos de sombra la rodearon en un abrazo posesivo, como si le estuviera advirtiendo a todos que no la soltaría jamás.
Elenya sintió un escalofrío recorrerle la colu