C152: Van a morir por tu culpa.
Todos en la sala quedaron inmersos en un silencio, pero la calma era solo aparente: bajo ella hervía el temor. El miedo no distinguía culpables de inocentes, sino que también se clavaba en la carne de quienes semanas, meses o años habían servido fielmente a Askeladd sin manchar su nombre. Uno de los gestores, un hombre curtido por la rutina administrativa y orgulloso de su puesto, rompió finalmente la quietud.
—Si alguno de ustedes que tuvo algo que ver en el rapto de la concubina, que hable ahora. No es justo que los inocentes paguemos por los crímenes de otros. He dedicado mi vida a servir aquí, he sido leal noche y día, y no voy a morir porque unos pocos hayan conspirado. Si alguien sabe algo, que lo diga. ¡Porque si no hablan ahora, moriremos todos!
Su protesta resonó en el salón. No pedía misericordia para sí mismo únicamente: pedía que la justicia distinguiera entre manos manchadas y manos limpias, que la sangre inocente no fuera derramada sin sentido alguno. Algunos rostros se