C11: No estoy apuntando a la corona.
Askeladd no pudo ocultar su sorpresa ante la inesperada propuesta de Azucena. Aquello no era algo que él hubiese previsto ni mucho menos alentado, y sin embargo, había en esas palabras una audacia que le resultaba, en cierto modo, intrigante.
¿Por qué no considerar la idea? Después de todo, seguía siendo un hombre sin una compañera, un rey sin reina. Y estar con Azucena no sería particularmente un sacrificio, aunque tal vez para ella sí, o eso pensaba.
Pero, a su edad, ya consolidado como un Alfa maduro y sin haber encontrado a su mate, experimentado y temido por igual, no faltaban quienes —dentro y fuera de su propio reino— especulaban sobre el momento en que tomaría a una hembra como esposa.
Era bien sabido que las familias más ambiciosas, deseosas de elevar su estatus o ganar poder, no dudarían en alinear a sus hijas como piezas de exhibición, listas para desfilar ante él con la esperanza de ser escogidas como la nueva reina loba de Sterulia.
Sin embargo, el mero pensamiento de par