Sofia llevaba rato observando su reflejo en el ventanal de su oficina. A lo lejos, la ciudad se movía sin parar, en su propio caos, pero dentro de ella, el ruido era otro.

Se había divorciado.

Marcus… se había divorciado por ella.

Para estar con ella.

Juntos.

Él, ella, y la hija de ambos.

Una pequeña sonrisa partió de la comisura de sus labios. Pero la borró tan pronto supo por dónde iban sus pensamientos. No, Sofía, ¿Qué crees estás haciendo? Cerró los ojos y se abrazó a sí misma. Y es que sin quererlo, no podía dejar de pensar en él. En su forma de mirarla, de buscarla, de ser… tan distinto a como hubiese imagino con su regreso, de ser… tan igual al Marcus del pasado. Cariño, atento… entregado.

Exhaló sin saber qué hacer, que pensar.

Lo cierto era que no podía desviarse de su plan. No podía olvidar. No debía. Él era tan culpable como todos. Él era… tan cómplice como ellos. No era una víctima.

El plan seguiría en pie, y ahora, cobraría más fuerza. Con Marcus divorciado, su relación se