Extra 3. Hugo y Oliver
La enfermera cerró la puerta de la habitación con suavidad, dejando un silencio pesado y frío que envolvía a Oliver. Su rostro pálido, los párpados caídos, revelaban el agotamiento de semanas sin dormir, sin comer… había dejado de ser él mismo. Ahora tumbado en aquella cama con una herida a un costado de su cuerpo, gravemente lastimado.
— ¿Va a estar bien? — la ahora reconocida voz del hombre del otro lado tomó a la enfermera por sorpresa.
— ¿Otra vez usted? No entiendo como no lo han sacado de aquí ya — le respondió la mujer con intriga.
— No me moveré de aquí hasta saber cómo esta.
— Ya se lo he dicho, está estable.
— Entonces… ¿por qué no me permite verlo?
— Porque es un recluso que no tiene permitido recibir visitas, y tampoco está en condiciones de hacerlo.
— Pero acaba de decir que está estable. ¿Me está mintiendo?
La mujer soltó el aire contenido y lo miró directo a los ojos.
— Escucha, Hugo, ¿verdad? El hombre que está detrás de esa puerta ha sido herido de gravedad. No fue… un