— Sof… ¿estás seguro de todo esto? — preguntó Evelyn desde la puerta.

Sofía ni siquiera la miró. No podía, porque si lo hacía, se rompería. Y ella ya estaba cansada de romperse.

— Sí, Eve, por favor, no intentes hacerme desistir de lo que debo hacer.

— Lo que crees que debes, más no lo que quieres. Por favor, piénsalo. Escucha…

— ¿Puedes ayudarme con el moño? — la interrumpió de manera sutil.

Eve suspiró y negó levemente con la cabeza, resignada.

— Por supuesto.

Una hora más tarde, Anthony Clark ya había enviado el auto que llevaría a Sofía a la ceremonia. Eve la acompañaría como su testigo y Camila… Dios, Camila… ella no entendía nada.

— ¿Eve? — llamó la pequeña niña desde una silla.

— Sí, ¿cariño?

— ¿Por qué Sofi va a casarse con un hombre que no es mi papi? — preguntó la niña, confundida y triste a partes iguales.

Eve tragó saliva y exhaló profundo.

— Yo también quisiera saberlo, corazón.

— Sofi no está feliz. ¿No se supone que las novias son felices el día de su boda porque van a