Intentó llamarla varias veces, pero nada.

Al principio, eran tonos sin respuestas, después… enviaba directo al buzón.

— No, no… — Eve comenzó a preocuparse, así que decidió llamar a las personas que podrían tener razón de ella, o al menos ayudarla.

El profesor Clark fue una de ellas. Desconocía completamente su paradero. Hace horas no hablaba con ella. Después, verdaderamente asustada, llamó a Alex. Era casi la media noche. Él no dudó en contestar.

— ¿Eve?

— Alex…

— ¿Qué pasa? ¿Estás bien? Te escucho agitada.

— Es Sofía. No está. No contesta mis llamadas y no sé a dónde pudo haber ido.

— Tranquilízate, ¿de acuerdo? Voy a rastrearla. Dame un segundo. Quédate en la línea.

Eve aguardó, angustiada. Caminaba de un lado a otro.

— ¿Eve?

— ¿La encontraste?

— No, parece que… su teléfono está desconectado.

— ¡Dios, Alex! ¡Tengo un mal presentimiento!

— Está bien, tranquila, voy para allá. Llegaré tan pronto como pueda.

Eve se dejó caer en el sofá, sin saber qué hacer, y momentos después, alguien