73. UNA PASIÓN DESBORDADA
Tiro de él por su cabeza, haciendo que suba hasta poder prenderme de su boca como una sanguijuela, de la cual dependo para vivir. Lo beso con ansias al tiempo que busco con mi pelvis su miembro. Lo siento rozar mi clítoris y salto ante el corrientazo que siento.
—¡Cielos, me voy a morir, amor! Esto es demasiado —jadeo, sin poder entender que se pueda sentir de esta manera.
—No, linda, vas a vivir ahora... Voy a entrar, amor —Henry me avisa y me asusto, pero al mismo tiempo lo espero—. ¿Lista? ¿Estás segura?
—¡Sí, más que segura! —respondo a pesar del temblor que me recorre—. Acabas de entrar en mí... ¡Hazme tuya, amor!
Sentía como si el mundo entero estuviera en silencio, dejándonos a Henry y a mí suspendidos en una burbuja donde solo existíamos nosotros dos. Cada toque era un estallido de sensaciones que hacía que mi corazón latiera desbocado. La vulnerabilidad y el deseo se entrelazaban en cada caricia, escalando hasta un punto donde solo podía abandonarme al momento.
En los