LEONARD:
David levantó la mirada, clavando los ojos en él por un largo rato. Luego se acercó y lo abrazó con suavidad, recostando la cabeza sobre su pecho.
—Gracias, papá. Gracias, mamá —susurró David con suavidad—. Gracias por darme un hermano mayor tan bueno. Mamá dejó escapar un sollozo, incapaz de contener la emoción que le desencadenaban esas palabras. Su rostro parecía iluminado al escucharlo y las lágrimas rodaron por sus mejillas. Papá, solemne, cerró los ojos por un breve instante, absorbiendo lo que acababa de suceder mientras estrechaba con su brazo bueno a David. Yo me acerqué un paso, aún sintiendo el peso de todo lo que había ocurrido minutos atrás. Esas palabras de gratitud de David eran un gran alivio para todos. —David, amor, si algún día decides sabe