264. LA DOCTORA SUSAN
Los vimos alejarse en la oscuridad del pasadizo, quedándonos solos. Enrico me abrazó y comenzamos a caminar de regreso a la casa principal. Esta casa era increíblemente misteriosa y muy sofisticada.
—¿Cómo están los Castillos? —preguntó Enrico con interés.
—Mucho mejor —contesté de inmediato—. Después de ponerles sueros de alimentación, han recuperado más su color normal. Creo que muy pronto despertarán.
—Susan, ¿crees que el señor Castillo tenga problemas cerebrales? —preguntó Enrico, interesado.
—No sé, querido, su lesión realmente fue muy grande. Hay que esperar a que despierte para saber —contesté con preocupación—. Estoy realmente impresionada con el alto nivel de desarrollo de esta casa, su laboratorio y todo lo que nos rodea. Pediré unirme a ellos si despiertan; siempre me interesó ese trabajo de clonación.
Mientras avanzábamos por el pasillo, el suelo de mármol debajo de nuestros pies parecía amplificar cada eco y sombra. Enrico tomó mi mano con firmeza, y por unos s