265. CONTINUACIÓN
Enrico sonrió mientras ajustaba el pequeño transmisor que siempre llevaba consigo. Siempre tan meticuloso, nunca salía ni siquiera a revisar el perímetro sin estar completamente preparado.
—Eso es verdad, ahora sí parece un joven de su edad —reconoció Enrico—. Y ríe muchísimo; siempre tiene una sonrisa en sus labios al lado de Lúa, ella realmente lo hace feliz.
Sonreí, recordando que es verdad lo que dice. Es un milagro que Lúa lo haya perdonado y aceptado. A pesar de que se portó muy mal con ella, lo esperó y se aman ahora.
—Somos dichosos de que nuestro hijo haya encontrado a una chica tan buena —digo con un suspiro.
—Eso es cierto —está de acuerdo Enrico—. Bueno, me voy; avísame cuando lleguen los chicos. No hagan el ultrasonido hasta que yo llegue, no quiero perderme eso.
—Lo haré, vete sin miedo y cuídate —respondió él con convicción antes de besarme en la frente y salir por la puerta principal con pasos seguros.
Me quedé en la sala, mirando por un momento el lugar qu