Ajenas a lo que sucedía en los túneles debajo de la casa, las mujeres hemos estado ocupadas en los estudios junto a Henry, quien se encarga de vigilar que no hagamos ninguna locura. En ese instante, el teléfono de la casa, que tiene extensiones por todas partes, incluso en los estudios, sonó. Me había quedado sola en la oficina, y por eso lo tomé.
—¿Dígame? —contesté de inmediato. —Clío, ¿crees que porque te escondas en esa casa te vas a librar? —escuché una voz de mujer que de inmediato reconocí. ¿Cómo era posible? Ella estaba presa. La risa que siguió a su saludo me dio escalofríos. Mi pulso se aceleró, golpeando como un tambor retumbante en mis oídos. Miré rápidamente hacia la puerta, queriendo asegurarme de que nadie escuchara esa conversación. —&ique