208. LAS ARPÍAS JUNTAS
Mientras tanto, otros agentes de la policía habían ido a la casa de Cintia, pero fueron enviados a la granja. Piden verla. Tuvieron que esperar un largo tiempo hasta que finalmente la vieron salir, muy ojerosa, acompañada de su esposo.
—¿Para qué necesitan a mi esposa, si se puede saber? —preguntó Bernardino.
—¿Señora Cintia Alcántara? —preguntó el agente con seriedad.
—Sí, señor, soy yo —respondió Cintia, avanzando hacia ellos.
—Está arrestada. Tiene que acompañarnos en este momento —dijo el agente, sacando las esposas.
—¿Arrestada? ¿De qué se me acusa? —preguntó el esposo, interponiéndose entre ella y los policías.
—Se le acusa de haber organizado, junto a Edna y Lyssa, sus amigas, una orgía con drogas donde varias jóvenes fueron violadas —siguió diciendo el agente.
—¡Sí, es cierto! ¡Yo lo hice, yo lo hice! —gritó Cintia, para asombro de todos, saliendo de detrás de su esposo y corriendo hacia los policías.
—¿Lo confiesa? —preguntó el agente.
Bernardino giró brusca