Cintia asintió al agente. Su postura rígida y desafiante empezó a relajarse levemente, aunque su corazón seguía golpeándole el pecho como si luchara por salir.
—Sí, señor —respondió con firmeza. —Y Edna, ¿usted está de acuerdo con todo lo que ella dice? —preguntó el agente. —Sí, detective, todo fue así. La de la idea fue Lyssa —contestó Edna ante los ojos furiosos de Lyssa. Lyssa cerró las manos en puños, sus uñas enterrándose en sus palmas mientras intentaba controlar la ira que bullía dentro de ella. Su voz salió como un rugido contenido. —¡Qué par de hipócritas! ¡No voy a cargar sola con esto! —gritó furiosa Lyssa al ver que las otras se habían unido en contra de ella. —¿Sabe q