No puedo evitar soltar una pequeña carcajada al imaginar a Lúa atrapada en un torbellino de mimos y cuidados. Pero detrás de su tono exasperado, hay una tensión subyacente que no logro descifrar del todo.
—Bueno, supongo que eso significa que todos están emocionados, ¿no? —comento, tratando de aliviar un poco las cosas. Lúa suspira, claramente frustrada, mientras se cruza de brazos y apoya la espalda contra el respaldo de la silla. —Lúa, ellos solo te están cuidando —dice Gloria, con una gran sonrisa. —Sí, emocionados… —sigue protestando—. Pero me siento como si no pudiera decidir nada por mí misma. Es mi cuerpo, mi embarazo, y de repente todos creen que saben lo que es mejor para mí mejor que yo. —Ese es un clásico, créeme… —dice Gloria, encogiéndose de