Capítulo 96.
POV Valeria
Volver a la mansión fue como abrir un cofre enterrado en el tiempo. Apenas crucé el umbral, me quedé inmóvil, con la respiración entrecortada. Nada había cambiado. Los mismos cuadros adornaban las paredes, las flores frescas llenaban los jarrones de cristal, y la alfombra persa del recibidor seguía impecable, como si alguien se hubiera dedicado a conservarla para mí.
Armando me rodeó con un brazo, acercándome a su pecho.
—No cambié nada, Valeria. —Su voz sonó grave, pero cargada de emoción contenida—. Todo quedó igual… solo con la esperanza de que un día regresarías.
Sentí un nudo en la garganta. Por un instante, el pasado y el presente se entremezclaron y tuve la certeza de que ese lugar aún me pertenecía.
Desde el comedor llegó el aroma de pan recién horneado y café. Ana apareció con el delantal manchado de harina y una sonrisa que le iluminaba la cara.
—Ya era hora, mi niña. Sabía que ustedes no volverían en toda la noche, así que les preparé desayuno.
La miré avergonza