La cena transcurre envuelta en un ambiente sorprendentemente ameno. Y es qué, desde que comenzaron a cenar pareciese como si, en un consenso silencioso, todos hubieran decidido ignorar a Johanna por completo. Hablan entre ellos con cordialidad y ríen suavemente, mientras, la mujer queda relegada a la periferia de la conversación, aunque intenta intervenir cada tanto sin demasiado éxito.
Lady Margaret observa todo desde su posición en la mesa, el brillo en su mirada varía entre atención social y análisis silencioso. Sus ojos, sin embargo, se detienen por un momento con especial interés en Siena, quien conversa animadamente con Alexander acerca de un partido de rugby del que ambos parecen recordar jugadas específicas y debatir quién ganó en realidad la apuesta que parecen haber realizado. Siena ríe, relajada, y ese gesto genuino la hace lucir aún más cálida bajo la luz amarilla de los candelabros.
A su lado, Victoria come en completo silencio, concentrada en su plato y con total desin