PRÓLOGO: LO QUE YO VI EN SU MIRADA
Sé que cuando empezé a escribir esto, quería hablar de paz —de todo lo que Elisa construyó, de cómo la luna roja se volvió nuestra luz. Pero ahora, cinco años después de que ella se fue, mi padre Tomás me dice que la sombra está de vuelta. Y yo, Luna, su hija, lo veo demasiado claro.
Estoy en el Valle Oscuro, sentada donde ella solía sentarse, mirando las tumbas de su familia. El viento sopla y me recuerda su voz: "Luna, la paz no es un regalo —es algo que tienes que construir todos los días. Y los alpha... los alpha tendrán la tentación de olvidar eso. Ese será su error. El error que te tocará a ti corregir."
Yo no quería creerla. Pero ayer, recibí una carta de una chica de la Manada del Río Claro —su nombre es Mar, tiene dieciocho años, y me escribe que su alpha, Diego, les ha quitado las tierras donde cultivan trigo. "No nos preguntó nada", dice la carta. "Solo dijo que era el alpha y que así lo quería. Ahora tenemos hambre."
Cierro los ojos y veo