Un mes después del nacimiento de Ana, los tres decidieron organizar una fiesta de celebración. No querían nada grande — solo a sus amigos y familiares más cercanos. Lo hacían en el jardín de la casa, que Marcus había decorado con luces, flores y mesas con manteles de color blanco.
“Está precioso”, dijo Lina, mirando el jardín mientras Elara le ayudaba a ponerse un vestido de color rosa. Ana estaba en su cuna, con un vestido de encaje blanco y el collar de Sophia puesto.
“Todos llegarán en poco tiempo”, dijo Elara, besando a Lina en la mejilla. “Marcus ya está preparando las bebidas y la comida.”
Primero llegaron los empleados de la empresa — los que habían estado en el despacho durante el enfrentamiento con Kael. La chica que se había hecho daño en el brazo venía con su novio, y le dio a Ana un juguete de peluche.
“Gracias por protegernos”, dijo la chica a Lina. “Ustedes son los mejores jefes del mundo.”
Luego llegó Sophia, con un regalo grande. Traía un vestido de niña que había hech