Dos semanas después de la noticia del embarazo, regresaron a Aetheria. El avión aterrizó al atardecer, y el aire olía a azahares y lluvia — el mismo aroma que conocían, pero ahora con un toque de esperanza. Marcus estaba en la salida del aeropuerto, con un coche blindado y una sonrisa en la cara.
“Señor, señoras”, dijo, abrazándolas a las dos. “Me alegro de verlas. Y de la noticia — todos en la empresa están felices.”
“Gracias, Marcus”, dijo Lina, tocando su vientre. “El bebé está bien — ya me mueve un poco cuando duermo.”
“Qué maravilloso”, dijo Marcus. “El futuro heredero de Rothwell Industries.”
Regresaron a su casa — una mansión pequeña pero acogedora, con un jardín lleno de flores. Esa noche, empezaron a preparar la habitación del bebé. Pintaron las paredes de color crema, pusieron una cuna de madera blanca y colgaron fotos nuestras en las paredes.
“Quiero que la habitación tenga mucho sol”, dijo Elara, abriendo las ventanas. “Así el bebé crece feliz y fuerte.”
“Y quiero poner un