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Sofía se sonroja hasta sus orejas. —Señor Cedric, por favor, no diga algo tan absurdo. Claramente, el señor es muy guapo, pero primero, él jamás se fijaría en mí, pues me odia, y segundo, yo he amado a un solo hombre en mi vida, solo que el día de mi cumpleaños me dio un gran regalo.—¿Puedo saber cuál?—Verlo teniendo sexo con una hermosa chica —lo comenta con desánimo.—Puedo decir con certeza que eso no era un amor verdadero.—Señor Cedric, ¿cómo puedes decir algo así? Claro que amo a Antonio y me duele. Según él, también me ama y fue solo un desliz, uno que me marcó para toda la vida.—Todos los seres humanos nos equivocamos, pues en este mundo no hay nadie perfecto. He conocido parejas que han sido infieles por debilidad y se perdonan, cambian, se aman más. Y no es que esté justificando la infidelidad, depende el momento en que se presenta y el porqué sucedió. Todos merecemos una segunda oportunidad.—¿Me estás diciendo que perdone a Antonio y que regrese con él?—Yo jamás te dir
El silencio reina en aquella habitacion, dos almas que piden a gritos entregarse por que, ninguno de los dos lo comprende, y Leonardo Di Napoli es un hombre frio cuando se lo propone, pero algo de Sofia le atrae, sin embargo, el que ella sea la novia de Rozzi le aumenta su deseo por hacerle pagar la burla de él.Mientras que Sofia siente que ama a Antonio aunque esta dolia, pero Leonardo la envuelve en segundos con su acercamiento, palabras pasadas de tono y esa mirada. Por mas que ella no quiere sentir lo que siente su cuerpo la traiciona. —Pare por favor…—suplica Sofia, pero es una suplica de no pares y él lo sabe, eso es jodidamente sensual para él —¿Qué quieres realmente?— Leo sube su mano para llegar a la entrepierna de Sofia, le gusta lo que esta tocando —Yo… no lo se— balbucea cerrando sus ojos y en ese momento él la detalla, le mira el rostro, es perfecto, sus cejas bien pobladas y definidas, sus largas pestañas que hacen juego perfecto con sus ojos, esos ojos que lo miran c
La señora Minerva le sonríe a Sofía, la cual está ansiosa por saber dónde conoció a su madre. —Fue una buena empleada, trabajó para mí, en una de mis propiedades. Era dedicada a su trabajo y nadie hacía mejor el trabajo del oficio que ella. Era muy pulida y le gustaba que todo quedara perfecto, incluso el piso reluciente —mientras le comenta, Minerva recuerda cómo la madre de Sofía limpiaba la casa—. Era amable y hablaba de ti con mucho amor y cariño. Ella me había mostrado una foto cuando eras pequeña y cuando te vi por primera vez pensé... la he visto antes. Luego sentí en mi corazón que debías ser tú y por eso te llamé. Al saber que te llamabas Sofía Mangano, recordé aún con mayor razón las palabras de tu madre. Sé que tú y yo iniciamos con el pie izquierdo, Sofía, pero no soy tu enemiga, soy tu mano amiga. Hubiera deseado hacer más por tu madre —pasa saliva y mira a Sofía llorar—. Tuve que viajar porque mi vida ha sido complicada, agitada; era poco el tiempo que tenía para hablar c
La chef fija su mirada en ella y la hace sentirse extraña. Su romance con Leonardo es casual, solo cuando él la llama para que cocine algo especial, y solo en esas ocasiones puede disfrutar de él, porque no la llama en otros momentos, no como ella quisiera, porque le encanta ese hombre, pero él solo la usa para tener sexo. —Chiaria—. La señora Minerva se contenta al verla con Sofía muy juntitas. —Abuela, mira las trenzas que me hizo Sofía—. Sofía la baja para que la niña vaya a donde su abuela y vuelve a mirar a la chef, que ordena a las de servicio organizar la mesa, y hasta Cedric se da cuenta. —Estás hermosa, mi niña. Sofía es buena contigo, ¿no? —Sí, abuelita—. La niña mira a Sofía con gratitud, y ella le regala una sonrisa. —Señora Minerva—. La chef le hace una mini reverencia—. Puede pasar a la mesa. Hoy el banquete es comida de mar. Espero que sea de su agrado—. Pero Minerva no le responde; está molesta con ella porque no sabía que se acostaba con su hijo. Todos pasan a la
—¡Cálmate, Lucifero! —le pide—. Solo estoy haciendo mi trabajo, son órdenes de mi jefe.—¿Qué clase de trabajo? —lo presiona más contra la pared.—La gordita debe dinero, una deuda que dejó su madre al morir. Yo le tengo que cobrar. Ya sabes cómo es este trabajo.—¿Deuda? Escucha muy bien, infeliz. Si no quieres que la ira del rey de la venganza caiga sobre ti y tu jefe, dejen en paz a Sofía Mangano.—¿¡Qué!? —se sorprende.—Es una maldita orden —lo agarra del cuello para intimidarlo más—. Sofía Mangano es la mujer del rey de la venganza, y si tu jefe miserable sigue molestando, te juro que de ustedes no quedará nada.—¡No lo sabíamos, Lucifero! —dice con preocupación—. Por favor, dígale al rey que esto no volverá a pasar.—Más te vale, porque donde te vea cerca de ella o rondando por aquí, te haré lo siguiente: cortaré cada dedo de tus manos, tu lengua, tus orejas... Te haré la peor tortura de tu vida miserable, y mi jefe acabará con la basura de imperio que tiene tu jefe. ¿Entendido
—Jefecito, le estoy hablando —Lucifero esboza una sonrisa maliciosa al ver a Leonardo pensativo—. —Por esa razón has perdido tu derecho al descanso de esta semana. Ni hay mujeres, ni hay jet, ni hay nada. —Amigo, no seas cruel. Me he portado bien, solo fue una mentira piadosa. —¡Me vale un carajo! Espero que Mangano no se entere de nada; luego se hace ilusiones —se tensa—. Le queda solo un día a Rizzo. Si no aparece con el dinero, mátalo. —No lo veo conveniente. Sofía al parecer lo quiere; es la niñera de tus hijos. Podrías darle más tiempo. —¡Sofía! ¡Sofía! —espetó con enojo—. ¡Me tienen harto con esa curvy! —Frunce el entrecejo—. No hallo el momento de que se largue, de que renuncie y no vuelva a verla. —No hemos conseguido pruebas que la culpen. Ella llegó a ti por casualidad. Se ve que ni mata una mosca. —¿Acaso no te has dado cuenta de cómo me desafía? Se cree dueña y señora. Eso no lo permito. —Te diré algo como amigo, y si quieres castigarme con un mes sin descanso, hazl
Sofía está sin palabras, claramente lo había pensado, pero deseaba pensar que no fuera lo que dicen de él. —¿Ahora que lo sabes te acobardas?— pregunta Leonardo, y ella pasa saliva, realmente sí está asustada, es una confesión bomba. —Seguramente lo dices para atormentarme. —Qué equivocada estás, Mangano. Por lo menos voy a la fija, y eso es lo que soy, y te aseguro que si alguien toca a mis hijos, les hace daño, los hago picadillo y los lanzo al mar, donde hay tiburones. —Eres cruel…— Sofía está aterrada. —Esto soy, asesino, uno que no tiene piedad, que no le importa ver a alguien sufrir o suplicar por su vida. —¿Cómo puedes tener tanta maldad en tu corazón? —Porque nací para esto, para esta vida estoy hecho.— asegura —Nadie me hará cambiar de opinión, ni siquiera mis hijos. Un pasado oscuro me persigue todos los días, un abandono me marcó y la traición la cobro con muerte. —Yo…— ella tiembla, jamás ha oído tanta crueldad en una persona. —¿Qué? ¿Vas a llorar? O más bie
—¡No pienso ir a ningún lado! —Sofía se niega a abrir la puerta—. Eso te pasa por convocar al diablo —espetó.—Deja el miedo, amiga. Él no te quiere matar, sino comer. Ve y abre, o si no, no podremos comer en paz. Algo importante tendrá que decirte como para haber venido hasta aquí.—Eres una cruel amiga —Sofía se coloca de pie.—Y así me amas —se burla sin dejarla de mirar, y Sofia rueda los ojos para luego dirigirse a la puerta—. Acomódate el short y las bubis, amiga.—¡Maggie, ya basta, por Dios! —niega con la cabeza y retoma aire.—Que se muera, se vuelva loco por ti al verte —ríe a carcajadas, y Sofía retoma aire. Al abrir la puerta, abre sus ojos de par en par.—Tú... —pasa saliva y observa lo mal que está, incluso las flores amarillas que trae.—Sofía, mi amor —susurra con tristeza. —he traido estas flores para ti —¿Quién es Sofía? —pregunta Maggie con curiosidad.—Amm... Espérame, saldré un momento —sale y cierra la puerta. Sabe que si Maggie lo ve, se arma la segunda guerra