Lucifero se encuentra dando órdenes para que todo en base a la seguridad no haya ni un error. —¡Ya se pueden retirar! Total precaución, el que se equivoque deberá pagar con su vida. ¿¡Entendido!?
—¡Sí, señor! —responden todos al mismo tiempo y se marchan para hacer su plan de seguridad dentro de la mansión.
—Lucifero —Minerva se le acerca.
—Señora Minerva, ¿en qué le puedo servir? —habla muy educado. Hay muchos de seguridad ocultos y no quieren que escuchen o vean algo inapropiado.
—Lucifero, siento nervios, porque tengo el sentir de que esta cena será un desastre y podemos quedar al descubierto.
—Aunque me veas normal, yo también estoy preocupado. No tenemos opción, debemos agachar la cabeza. No quiero que ese maldito infeliz te golpee más.
—Eso es inevitable, Lucifero... Pero tengo algo importante que contarte, algo que quizás nos puede ayudar en medio de este caos en el que estamos viviendo.
—¿Qué sería?
—Sofía vio claramente en el teléfono de Francesca un mensaje de texto por part