La tierra tembló antes de que la guerra comenzara. Un estremecimiento profundo, como un aviso que retumbaba en los huesos, recorrió todo el valle, y en ese instante supe que nada volvería a ser igual.
El clan que se había separado de nosotros, renegado y alimentado por las sombras más oscuras, había regresado. Traían un poder corrupto, retorcido por años de rencor y odio, y su sed de venganza era un monstruo indomable.
Kian estaba a mi lado cuando los primeros destellos negros atravesaron el cielo. Su mano apretó la mía, firme, pero sé que detrás de su mirada había preocupación. Mi fuego interior latía con fuerza, un volcán a punto de estallar.
—Lina —susurró, y su voz era un ancla en el caos—. Esto no será fácil. Pero no estás sola. Te prometo que lucharemos hasta el final.
El aire se cargó con la electricidad de los primeros choques. Las llamas y las sombras bailaban en la distancia, mientras los clanes se lanzaban a la batalla sin cuartel. El suelo parecía quejarse bajo nuestros pi