Gabriel y Zoe permanecieron en silencio durante unos segundos, un silencio extraño pero reconfortante.
—Solo quisiera que doliera menos —murmuró ella.
—Lo sé… Pero a veces, Zoe, el dolor tiene un propósito. Nos muestra dónde aún necesitamos sanar. Una terapia te va a ayudar mucho. Créeme.
Zoe dudó.
—Siento que si empiezo a hablar… me voy a derrumbar por completo.
—Y a veces, derrumbarse es el primer paso para reconstruirse. No tienes que cargar con todo sola, ¿entiendes? Busca a alguien que te ayude a ordenar lo que llevas dentro. Tienes derecho a ese cuidado.
Ella respiró hondo.
—Arthur destruyó todo lo que estábamos construyendo.
—Mira, sé que estás herida. Y con razón. Pero… ¿puedo ser sincero?
—Claro.
—También pienso en él. Arthur… cometió errores terribles, sí. Pero también está destrozado. Era un hombre joven, y ahora… paralítico. No es solo el cuerpo, Zoe, es su identidad la que está colapsando. La sensación de impotencia, de fracaso. Y la culpa… Celina nos contó cómo se castig