El silencio que siguió a la pregunta de Zoe era tan denso que parecía llenar cada rincón de aquel cuarto. Su voz, firme y temblorosa al mismo tiempo, aún flotaba en el aire:
—¿Cuándo pensabas contarme… que vas a ser padre?
Arthur se quedó inmóvil en el mismo lugar, con la llave del coche entre los dedos, como si el tiempo se hubiese congelado.
—¿Cómo que… padre? —preguntó frunciendo el ceño, intentando entender si aquello era alguna broma.
Zoe continuó mirándolo con los ojos empañados.
—Arthur, creo que no entendiste… —repitió con más énfasis—. ¿Cuándo ibas a contarme que dejaste embarazada a Sabrina?
El nombre cayó como una bomba en el ambiente. Arthur se quedó lívido. El color desapareció de su rostro.
—Zoe, ¿de qué estás hablando? ¿Esto es alguna broma? ¿Estás… estás embarazada? ¿Es eso? ¿Es una broma pesada? —intentó sonreír, nervioso.
—No. Voy a reformular la pregunta, ya que quieres hacerte el idiota. —Zoe dio un paso al frente—. ¿Cuándo pensabas contarme que te acostaste con Sa