Después del almuerzo, la recepción se prolongó hasta casi las nueve de la noche, con muchas charlas, brindis, risas y fotografías. Gabriel se fue con Ava al apartamento de ella y Arthur llevó a Zoe al hotel donde se hospedaba, a pesar de que Thor insistiera en que se quedaran en la mansión. Arthur quería un momento de privacidad con su prometida. Celina y Thor se dieron una ducha rápida y partieron hacia la luna de miel. Thor ayudó a Celina a subir al coche y ella aún sonreía, envuelta en una sensación de ligereza y gratitud. En el asiento del copiloto acariciaba la alianza dorada en su dedo, con la mirada fija en la carretera, sin sospechar lo que estaba por venir.
Thor, al volante, se mantenía sereno. Había algo en su mirada que delataba un secreto bien guardado, pero no dijo una palabra. Solo le apretaba la mano de vez en cuando mientras conducía por caminos cada vez menos familiares. Celina lo miró intrigada, pero prefirió no preguntar. Conocía a Thor lo suficiente como para saber