James la miró con firmeza y ternura.
—Entonces dilo. Pero en el momento justo. Hoy intentaste hablar y ella no estaba preparada. Su corazón está hecho pedazos. Necesita digerir todo esto. Llorar. Sentir rabia. Es parte del proceso. La verdad, cuando estalla como una bomba, asusta, destruye… pero también puede reconstruir.
Emma se aferró a la camisa de James en silencio, buscando consuelo donde todavía había afecto.
—¿Y si nunca me escucha? ¿Si sigue odiándome?
—Entonces vas a esperar. Un día, el dolor que siente se transformará en nostalgia, en curiosidad… en ganas de entender. Y ese día tú estarás aquí. Con los brazos abiertos. Esperando. Porque eso es lo que hacen las madres.
Emma sollozó de nuevo.
—Yo solo quisiera poder abrazarla… una vez. Solo una vez…
James le tomó el rostro entre las manos y la miró fijo.
—La vas a abrazar, Emma. Tu hija es fuerte. Sensible, pero fuerte. Y un día, cuando todo se calme, querrá entender. Y te escuchará. Y tú tendrás tu oportunidad. Confía en el t