Habían pasado algunos días desde la última conversación seria entre Thor y Celina. El ambiente entre ellos se volvía cada vez más ligero, más cómplice, y la conexión más fuerte que nunca. Thor estaba en el despacho de la empresa, de pie, con una mano en el bolsillo y la otra sosteniendo el móvil contra la oreja mientras contemplaba la ciudad a través de la inmensa pared de vidrio que enmarcaba São Paulo. El tono de la llamada era profesional, pero sus pensamientos estaban en otro lugar: en la mujer que ahora llenaba todos los espacios de su vida.
Mientras terminaba la llamada, Zoe entró apresurada con la tablet en las manos y una sonrisa leve en el rostro.
—Jefecito poderoso —bromeó, cerrando la puerta detrás de sí—. Vengo a repasar tu agenda y quiero saber si seguimos dejando libres los días que marcaste a las 15:00.
Thor se giró, apoyándose en la mesa.
—Mantén solo el miércoles a la misma hora. Los demás días puedes completarlos. Incluso cuando yo regrese a Estados Unidos, deja ese