Dos días después, el sol de la mañana bañaba suavemente la ciudad mientras Thor y Celina se dirigían al consultorio del doctor. Thor estaba visiblemente ansioso, tamborileando los dedos en el volante durante todo el trayecto. Por más que intentara parecer tranquilo, era imposible disimular la tensión. Aquella cita era importante para él, no solo por el seguimiento del embarazo, sino porque era la primera vez que Celina sería atendida por alguien tan cercano a su familia.
El doctor no era solo un médico; era prácticamente un miembro honorario de los Miller. Había cuidado de Thor desde niño y de otros miembros de la familia. Fue amigo del abuelo y había acompañado todas las etapas turbulentas de la juventud del ahora respetado empresario. Thor confiaba en él como en muy pocos.
—Amor, estás muy tenso —comentó Celina, mirándolo de reojo en el coche, con una sonrisa divertida—. Parece que al que van a examinar es a ti.
Thor soltó una risa nerviosa, intentando aliviar la tensión.
—Es que… n