Aquella mañana, el frío cubría la ciudad con una fina capa de escarcha. La mansión donde Thor y Celina residían ahora parecía aún más acogedora frente al contraste con el clima exterior. En el comedor, ambos estaban sentados desayunando juntos, un momento que valoraban cada vez más.
Thor dejó la taza de café en el platillo y soltó un suspiro leve antes de mirar a Celina con un semblante sereno pero decidido.
—Amor, estos días van a ser muy intensos para mí. Estoy organizando la transferencia de la sede a Nueva York ya que vamos a establecernos definitivamente aquí, así que necesito poner todo en orden cuanto antes.
Celina sonrió, comprensiva pero pensativa. Sabía lo importante que era la carrera de Thor, pero también deseaba que él no se perdiera en medio de la rutina.
—Lo entiendo, mi amor. Y, hablando de eso, estaba pensando… Zoe sigue en el hotel. Debe ser horrible quedarse sola allí. Aunque pase el día trabajando contigo, por las noches está sola. Quisiera que viniera a quedarse c