Celina se doblaba de risa, intentando no arruinar las uñas recién pintadas.
—¡Zoe! ¡Basta! —dijo entre carcajadas—. ¡Eres un peligro!
—Y tú eres un ángel que todavía dejó de romperle la cara a esa mujer —replicó Zoe—. Ella es abusiva, y yo no tengo paciencia para la gente abusiva. Y el problema entre tú y Thor es la falta de diálogo antes del sexo.
Celina respiró hondo y entonces habló de la conversación que había tenido con Gabriel. Dijo que sus palabras habían sido duras, casi crueles, pero que habían caído como un espejo frente a ella. Era como si él hubiera desnudado lo que ella llevaba tiempo intentando esconder hasta de sí misma.
—Recibí una paliza con sus palabras, ¿sabes? —dijo, más seria—. Pero fue una paliza necesaria. Necesitaba escucharlo. Ver que yo también tengo parte en lo que pasó. Que me anulé, que me perdí...
Zoe le tomó la mano con firmeza.
—Gabriel es un príncipe. Y no solo porque esté bueno, sea guapo y parezca salido de una serie de Netflix. Es porque él te ve. T