Thor entró en el edificio justo después de ella.
Sintiendo una oleada de odio recorrer su cuerpo, tomó una decisión impulsiva. En lugar de usar su ascensor privado, optó por el ascensor de los empleados, lo que causó cierta incredulidad entre los que ya estaban allí, ya que nunca había hecho algo así. Les dio un seco «buenos días» a todos, sin siquiera mirar a Celina. La proximidad involuntaria, debido al reducido espacio, hizo que ella se quedara delante de él, muy cerca, y su perfume invadió sus sentidos. Cerró los ojos por un breve instante, tratando de controlar la ira que sentía. Volvió en sí cuando el ascensor abrió las puertas y salió el primer empleado. A medida que pasaban los pisos y la gente iba bajando, solo quedaron ellos dos.
De repente, en un impulso inesperado, Thor apretó el botón y detuvo el ascensor.
Celina lo miró asustada y dijo:
— ¿Qué estás haciendo?
Thor la miró con frialdad, con voz cargada de veneno.
— ¿Has pasado una buena noche? —preguntó sin rode