Angélica contuvo la emoción y continuó:
— Eres hermosa, inteligente, joven… encontrarás a alguien que te haga feliz. Un hombre libre, capaz de darte el mundo que mereces. Quizá incluso llegues a olvidar a Thor. Pero ahora… ahora debo pensar en mi nieto. Y no puedo correr el riesgo de perderlo. Por eso te lo pido… aléjate de Thor.
El silencio se hizo pesado entre las dos.
Celina permaneció inmóvil, con las lágrimas deslizándose por su rostro sin que intentara detenerlas. Tras unos segundos, se secó los ojos con el dorso de la mano y recuperó la compostura con dignidad.
— Quédese tranquila, señora Angélica. Yo no seré la responsable de la muerte de su nieto.
Respiró hondo, tragando el llanto que aún amenazaba con salir.
— Lo que usted me pidió… lo haré. Y puede estar segura: Thor nunca sabrá de esta conversación.
Celina se levantó.
— Con su permiso.
Salió del restaurante sin mirar atrás, con el corazón hecho pedazos. Recordó la llamada que había hecho el día anterior, la voz femenina qu