Estoy temblando. No pensé que verlo de nuevo provocaría semejante sacudida en mí. Esta vez estoy dispuesta a no dejarlo escapar. Revisé con disimulo y confirmé lo que mis ojos anhelaban: no llevaba anillo de matrimonio. ¡Ahhh, no lo puedo creer!
Ese hombre será mío, y no pienso volver a dejarlo ir.
Manejo directo al restaurante, estaciono y subo a la casa. Lo primero que hago es poner música movida para infundirme energía y ordeno cada rincón. Algo dentro de mí me dice que esta será nuestra noche.
Aunque no me engaño: sé que él sigue herido por la manera en que lo rechacé en el pasado. No sé cómo reaccionará al descubrir que la cena no es en un salón elegante, sino en un lugar íntimo y cargado de intención. Pero no me atormenta; ya no soy esa niña asustada que él conoció.
Ahora verá a la nueva Antonella. La mujer madura que superó sus miedos y que no teme luchar por lo que quiere. Sé que Luigi todavía siente algo por mí: lo vi en la forma en que me miraba, en cómo evitaba sostener mis